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El parricidio como
producto de
"un delirio compartido"
Entrevista de Rolando Karothy
concedida a Horacio Cecchi en Página
/ 12
El
parricidio es tan antiguo como el ser humano, pero no siempre fue reconocido
como tal. El psicoanalista Rolando Karothy, que investigó diferentes
casos históricos y realizó una serie de seminarios sobre el
tema en la Escuela Freudiana de Buenos Aires, sostuvo durante una entrevista
con Página/12 que "durante siete siglos los romanos consideraron al
parricidio como un crimen imposible, y como tal no estaba legislado". Desde
aquellos tiempos hasta el caso de las hermanas Silvina y Gabriela Vásquez
cambiaron muchas cosas pero, de alguna forma, matar al padre sigue siendo
inconcebible. "En el caso de las dos chicas -opinó Karothy- es muy
probable que haya sido la precipitación final de una estructura delirante
compartida."
–En Roma la palabra parricida era utilizada como un insulto muy común.
Pero curiosamente, durante los primeros seis o siete siglos de su historia,
no existe registrado ningún caso. No es que no los haya habido, sino
que el crimen era considerado increíble.
–¿Qué representaba el padre para que se considerara
imposible matarlo?
–Padre e hijo formaban una unidad. El hijo no tenía derechos
hasta después de la muerte del padre.
–Entonces debía haber infinidad de parricidios...
–Es posible. Lo que ocurre es que significaba ir contra una estructura
jurídica en su conjunto, no era sólo matar a una persona. A
tal punto que en los juicios, antes de considerar si fulano de tal había
matado al padre o no, había un plazo para discutir si ese crimen era
posible. Hasta que se registra el primer atentado, que lo realizó no
sólo el asesino sino también el legislador, que quebrantó
el silencio. La ley introduce un orden pero también el desorden y dice
que eso que creían imposible existe. Pero también establece
un castigo para que ese desorden no anule toda la estructura. Con la suposición
de que ese castigo puede evitar la repetición del crimen, siguiendo
una línea jurídica que todavía existe y que dice que
cuanto más se castigue un delito menos delito va a haber.
–Es un debate muy actual.
–Sí, es muy interesante en relación al debate de la
"mano dura". Séneca le enseñaba a Nerón que los crímenes
son tanto más perpetrados cuanto más duramente se los castiga.
Y al parricida, después de evaluar si ese crimen era posible, se lo
castigaba de la forma más dura que se pueda imaginar. Lo echaban dentro
de un saco con serpientes y lo arrojaban al Tíber.
–¿Cómo se llega a la figura actual de parricida?
–En nuestra legislación la idea de que es increíble
permanece, porque ni siquiera se lo puede nombrar como un delito y se lo designa
como un homicidio agravado por el vínculo. Lo mismo pasa con el incesto,
que se lo llama atentado al pudor o violación agravada por el vínculo.
Hay una tesis que enunció un psicoanalista y jurista francés,
Pierre Legendre, que yo comparto, que investigó un caso ocurrido hace
unos 20 años. Un cabo del ejército canadiense ingresó
al palacio legislativo dispuesto a asesinar al primer ministro. Pero no estaba
y el cabo se sentó en su sillón a esperarlo hasta que fue dominado.
Después declaró que él veía en el primer ministro
el rostro de su padre. Legendre llegó a la conclusión de que
se trató de un intento de parricidio. La ley es una de las figuras
simbólicas del padre, como cuando uno dice padre de la patria, o padre
del aula para referirse a Sarmiento, son padres simbólicos. Todo homicidio
es un atentado a esa referencia simbólica a la ley. Todo homicidio
es un parricidio.
–¿Qué hace que una persona lleve la fantasía
al acto, como podría ser el caso de las hermanas Vásquez?
–Es difícil saberlo, hay motivos diversos. Es el paso final
de una situación que se hace incontrolable. En el caso de las dos chicas
es muy probable que haya sido la precipitación final de una estructura
delirante que se fue desplegando durante los años. Hubo un caso, el
de Iris Cabezudo, una maestra que en el año 1935 asesinó a
su padre en Uruguay. El caso se presentó en los diarios como que la
hija mató a su padre "desesperada por la vida de martirio que el autor
de sus días daba a la madre a causa de sus celos". Después,
lo que se vio fue que, si bien algo de eso había, en realidad era toda
una estructura delirante.
–¿A qué se alude con ese término?
–A una construcción a veces lógica y racional, pero
que generalmente implica la percepción en el mundo de una serie de
perseguidores que constituyen lo que se llama un delirio persecutorio. La
maestra fue detenida y consideraron el problema de la imputabilidad o inimputabilidad,
que es un tema para discutir en términos jurídicos. Decir que
alguien es inimputable es decir que pierde todos sus derechos, desaparece
como sujeto. Y ése es un tema en debate.
–En el caso Vásquez, llama la atención la sumisión
del padre.
--Lo particular es que se da en una situación familiar donde
hay dos hermanas y es en conjunto que asesinan al padre. Da para pensar que
había una estructura delirante compartida, lo que los viejos psiquiatras
llamaban la folie à deux. Se complementan y se sostienen mutuamente.
Esa estructura de pasividad supuesta en el padre da la impresión de
que es posible en una estructura familiar donde hay un delirio compartido.
–Se habla de un brote psicótico. ¿Se manifiesta de
golpe, se puede detectar?, porque hasta ese momento parecían llevar
su vida normal.
–No es fácil detectarlo, porque hay muchos delirios que permanecen
encubiertos dentro de una vida más o menos ordenada, y mucho más
si hay un delirio compartido. A veces transcurre silenciosamente para el mismo
paciente y sus familiares. De hecho, los viejos psiquiatras plantean una
diferencia entre lo que ellos llaman desarrollos insidiosos hasta que se
precipitan, que es más típico en la llamada esquizofrenia, y
otros cuadros en los que es más lento, no tiene un punto de ruptura
tan claro, lo que tradicionalmente se llama paranoia. Dos formas diferentes
de la psicosis.
–En este caso...
–Parece ser el desencadenamiento de una psicosis.
La causa, en punto muerto
El caso de las hermanas
Vásquez se encuentra "por el momento en un pozo procesal", hasta que
una junta de especialistas dictamine si las dos jóvenes son o no imputables
y se encuentran en condiciones de declarar, aseguró a este diario
una fuente judicial. Silvina y Gabriela continúan detenidas en celdas
individuales en la U-27, en el Hospital Moyano. Esta semana el grupo de expertos
continuará con las entrevistas a las dos imputadas, pero no se espera
un informe inmediato. "Por ahora hay que esperar un poco -señaló
la fuente-. Cuando llegue el momento, según lo que indique la junta
y decida el juez, habrá que ver qué pueden brindar las imputadas."
Existe la posibilidad de que las imputadas sean declaradas inimputables,
con lo que el crimen no será materia judiciable y las dos quedarían
internadas en un psiquiátrico hasta su cura. "También podría
ocurrir que medicadas estén en condiciones de declarar", agregó
el investigador. Tanto Silvina como Gabriela están enteradas de la
muerte de su padre, pero no se sabe aún qué noción tienen
sobre el grado de participación de cada una de ellas en el parricidio.
En cuanto a la situación de Sergio Etcheverry, director de Transmutar,
el juez Julio de la Colina todavía no hizo lugar al pedido de la fiscalía
para que fuera citado a declarar. "Primero tienen que declarar las hermanas.
Después se verá", aseguró el investigador.
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