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VIOLENCIA DOMESTICA

Ricardo Landeira

La violencia doméstica es entendida como la agresión dentro de la familia.Y sabemos que hay muchas y variadas formas de agresión.

¿Qué es lo que la causa?

Marco dos grandes causas, sin desconocer que pueden haber otras. Es una manera de manejar los conflictos familiares, propios de la puesta en juego de las diferencias entre quienes conviven. Esto no alcanza, pues también está la puesta en acto agresiva, propia del sadismo y también del masoquismo, ya sea en una estructura perversa, o lo propio de la neurosis y psicosis en una posición subjetiva sádica.

También tengo que decirles que la violencia doméstica, es la que se practica en el domus, en la casa, pero también aquella cuyas consecuencia se ven fuera de ella: suicidios, accidentes, agresiones. Topológicamente tenemos que representarnos que lo causado en lo familiar, se extiende a otros lugares.

Y estamos en la actualidad en un incremento de situaciones familiares que se presentan como Violencia Doméstica. Y esto está ocurriendo en diferentes partes del mundo, y también en civilizaciones diferentes.


No desconocemos que el núcleo familiar soporta la carga y las tensiones de la violencia imperante en la sociedad global, la que a su vez retroalimenta. Son muchos los factores subyacentes en al ámbito macrosocial que se unen a la interacción en el seno familiar.

El estallido de la violencia familiar esta soportado socialmente con elementos que estimulan su aparición: el fenómeno urbano, y el crecimiento demográfico, el alcoholismo, la drogadicción, y en los estratos marginales de la sociedad: la desocupación, el hacinamiento dentro de la vivienda, la insuficiencia de recursos, la insatisfacción de necesidades básicas y el grado de pobreza crítica. He ahí el cuadro que conduce a instalar las condiciones de vida deficientes, la promiscuidad familiar,  y el acoso de las frustraciones individuales, que acorralan a los componentes de ese grupo familiar (A.A.V.V. “Los marginados uruguayos. Teoría y realidad” Ed. Banda Oriental. l986).

Pero también la violencia doméstica está en las clases más pudientes económicamente, mas instruidas culturalmente, en aquellas que no tienen que soportar condiciones de vida poco dignas.

Pero quiero hacer una puntualización, desde el psicoanálisis, a los que proponen sólo un criterio sociológico, los factores sociales que pueden incidir en un sujeto, no son más que aquellos que le vienen desde el Otro, y además, a condición de que luego se los apropie.

Con esto reafirmamos, que son los que les viene del Otro, y sólo los que les viene del Otro. Y de aquellos, sólo los que se apropia.

Hay que buscar en lo que ha pasado y pasa en cada “familia”, y para ello hay que realizar un gozne entre las teorías sociales y el psicoanálisis.

Si hay una ley que no funciona, nos preguntaremos por a función paterna en la estructura ante la emergencia de determinados goces, y no por el nivel socio-cultural-económico de un sujeto.

¿Entonces qué es lo que sucede que los individuos no encuentran una ley reguladora de esos goces?

¿Qué es lo que pasa con ello?

Ese gozne de lo social y de lo individual tenemos que buscarlo del lado de lo paterno en la estructura, vean que no digo del padre, sino de lo paterno.

Lo paterno en su doble versión, aquello que interdicta el goce, anudándolo en la estructura de otra manera, y las identificaciones con lo paterno, donde ahí sí esta en juego un padre. Por una razón muy simple y lacaniana, lo paterno, la metáfora paterna, los nombres-del-padre, nos dicen del goce en juego así como de su ubicación en la estructura.

Que no es otra cosa que poder ubicar los actos llamados “sociales”, mejor aún, con “escenario social” de acuerdo a la posición que tienen en la estructura. Lo que no quita que además, se los pueda leer  socialmente.

“He aquí, a mi entender, la cuestión decisiva para el destino de la especie humana: si su desarrollo cultural logrará, y en caso afirmativo en qué medida, dominar la perturbación de la convivencia que proviene de la humana pulsión de agresión y de autoaniquilamiento. Hoy los seres humanos han llevado tan adelante su dominio sobre las fuerzas de la naturaleza que con su auxilio les resultará fácil exterminarse unos a otros, hasta el último hombre. Ellos lo saben; de ahí buena parte de la inquietud. Y ahora cabe esperar que el otro de los dos “poderes celestiales”, el Eros eterno, haga un esfuerzo para afianzarse en la lucha contra su enemigo igualmente inmortal. ¿Pero quién puede prever el desenlace?” (O.C. T. XXI,. Pág. 140)

Estas son las palabras finales de Freud en “El malestar en la cultura”, que intentan dar una esperanza, aún a sabiendas de las fuerzas de destrucción.

Porque para Freud no cabían dudas, él sabía que:

“No es fácil para los seres humanos, evidentemente, renunciar a satisfacer esta su inclinación agresiva; no se sienten bien en esa renuncia. No debe menospreciarse la ventaja que brinda un círculo cultural más pequeño: ofrecer un escape a la pulsión en la hostilización a los extraños. Siempre es posible ligar en el amor a una multitud mayor de seres humanos, con tal que otros queden fuera para manifestarles la agresión”.(O.C. T. XXI, Pág. 111)


Lacan desde el inicio, dice que el sujeto vive entre dos tensiones, el pretendido “instinto de conservación” del yo flaquea fácilmente en el vértigo del dominio del espacio; y la segunda, el temor de la muerte, del “Amo absoluto”, supuesto en la conciencia por toda una tradición filosófica desde Hegel, está psicológicamente subordinado al temor narcisista de la lesión del cuerpo propio.

El hombre “liberado” de la sociedad moderna, revela hasta el fondo del ser su formidable cuarteadura. Cuyas consecuencias sociales, planteadas por Lacan ya en 1948, son el fracaso y el crimen.

    ¿Cuál fracaso y cuál crimen?

El fracaso de superar las tensiones propias del proceso de constitución primaria, ya que . . . la identificación edípica es aquella por la cual el sujeto trasciende la agresividad constitutiva de la primera individuación subjetiva. 

Y el crimen cuando en un pasaje al acto, la agresividad se convierte en agresión.
    
La agresividad está entonces, en relación a las identificaciones y a la identidad del sujeto. Tanto en el punto de vacilación de la identificación, como en un intento de reafirmación de la misma.
    
    Voy a plantear esta situación con dos casos clínicos, el de un hombre y el de una mujer, porque creo que son paradigmáticos.

La impotencia fálica


Carlos me viene a consultar tras un largo tiempo de peleas y desencuentros con su esposa. El no duda que la quiere, pero no sabe lo que pasa, pues sólo terminan resolviendo las cosas a través del enfrentamiento.

Llega a decir que al lado de su mujer a perdido su seguridad y su potencia.

Tal es así que ya no la puede abordar sexualmente, desde hace un tiempo no logra mantener sus erecciones y conseguir una satisfacción compartida.

Ella se queja mucho, también de ésto.

Y Carlos oscila entre estar deprimido y agredir a su mujer. Al mes de iniciado el análisis y a través de un sueño, aparece el fantasma de estar siendo castrado por su mujer.

Carlos se vive como castrado y ahora lo figura.

Ya no se reconoce en tanto que hombre, y en lo manifiesto, se queja de que Sofía, su mujer, no le da un lugar de macho.

Un día que viene a la sesión muy deprimido se pregunta, ¿dónde quedó aquel hombre que fui?

Carlos aparece en falta en relación a los elementos fálicos a los cuales estaba identificado, tampoco le va bien en su trabajo, donde siente que tampoco no le dan el lugar que se merece.

En su crisis, no encuentra otras referencias identificatorias para sí mismo, que aquellas que considera perdidas. Es por su anhelo por lo perdido, que se pasa leyendo historias de “grandes hombres” y viendo películas y videos donde los protagonistas masculinos derrochan acción agresiva, son superpotentes y establecen sin ambigüedades la primacía del macho, ahí donde están en juego todas las insignias fálicas.

Intento desesperado de sostener un mundo donde para él lo fálico ha caído.

Sofía que reivindica con mucha fuerza el movimiento feminista y el derecho de las mujeres, en sus encuentros agresivos, le recuerda a Carlos la injusticia histórica de los hombres con las mujeres, el autoritarismo de la sociedad machista, y en ese marco, sus conductas de hombre, como anacrónicas y agresivas.

Carlos en este momento no es “El varón domado”, sino el varón castrado.

¿Qué es lo que aparece en esta circunstancia?
    
Su agresividad, la que oscila contra sí mismo, y de ahí los períodos depresivos, y contra su mujer, en quien personifica al agente de la castración que sufre.

No ha llegado a tener pasajes al acto agresivos hacia Sofía, pero no deja de soñarlos. Ha tenido una larga cadena de sueños en que la mata, le clava objetos en el cuerpo, en una oportunidad el sueño lo lleva a atacar al movimiento feminista, y finalmente uno, donde se va a vivir sólo en una isla.

Tengo que decirles que en una relación de pareja, el intercambio agresivo cuando no pertenece a la psicopatía o perversión, dice del desdibujamiento de las mutuas referencias identificatorias. A veces se da simultáneamente en los dos, otras veces es el cambio de alguno de los integrantes, que lleva a que el otro ya no pueda identificarlo y desde él reconocerse.

¿Porqué esto es importante?

Porque los actos de violencia, en la llamada violencia doméstica, son la puesta en acto de la perdida de referencia identificatoria. Que se da más comúnmente en los hombres, justamente por su identificación básicamente fálica.

El hombre se reconoce en tanto que tal, en la medida en que coincide con las insignias fálicas que les han sido propuestas. Cuando esto no es así, se pone en marcha un proceso de auto y heteroagresión.

Donde oscila desde la identificación como hombre castrado, hasta un intento de erigirse fálicamente a través de lo agresivo. Pegar, dañar, violar y matar son actos frustros de un intento de reunirse con lo fálico, allí donde no puede hacerlo de otra manera.

Sin saberlo se sostiene al falo en tanto que el poder, la unicidad del poder, y la alternativa entre uno u otro. El hombre se asocia al poder, y ubica a la mujer en un lugar de sumisión a través de esta versión del falo.

Donde más allá del falo, sólo aparece la castración para los hombres y para algunas mujeres que se identifican sólo con lo fálico.

Lacan nombraba a una mujer, por su posición en la fórmula de la sexuación, como no-toda-fálica.

¿Qué queda para el hombre, ser únicamente, todo-falico?

En un tiempo, y no sin cierto humor, nombré al hombre como un no-no-todo-fálico.

Pues el hombre se niega otras posibilidades estructurales, como le sucedía a Carlos, que no sean las derivadas de la identificación fálica. Aparece entonces,  una negativa a recorrer el camino que puede transitar más allá de lo fálico.

Es por ello, que el macho sufre el nono, el sueño de ser todo fálico; opera en él una identificación con un nono, especie de antepasado todo fálico, quizá el padre de la horda primitiva. De cualquier manera es un sueño del cual es bueno que los hombres nos despertemos.

Que al igual que sucede con las mujeres, nuestra estructura se realiza a través de lo Simbólico, lo Imaginario y lo Real, que hay también en los hombres lo que no cesa de no escribirse, la falta de objeto, los agujeros y los momentos en que al poner esto en juego, aparece el no-ser de cada uno de nosotros.

“Mala yunta” es un hombre en situación de “impotencia” fálica y una mujer cuya posición se sostiene en un goce masoquista, sacrificial.

Porque esta complementariedad en los goces, eterniza la situación, sin posibilidad de brindarle una salida a través de cambios en las respectivas situaciones subjetivas.

El psicoanálisis tiene que restablecer la alternativa del no-ser y ser  propia de los elementos heterogéneos de la estructura, lo que incide en que lo Real y la falta radical de objeto creen una instancia más allá de lo fálico, donde no aparece la castración, sino el verdadero agujero en la estructura.




La desesperación en una carta

Voy a leerles una carta, que una joven de 26 años, empleada doméstica, que vivía en Santiago del Estero, en Argentina, envió a los padres de su novio:

. . .es sabido por ustedes que hubo años atrás una relación de tipo sentimental con mi persona, relación ésta de difícil sostenimiento por la agresividad patológica de vuestro hijo, que culminó cuando me hirió gravemente con un puñal. Y en un acto que debo calificar de absolutamente anormal, manifiesta permanentemente que me va a matar y hará lo mismo con toda mi familia. Esto no es normal y ustedes como padres, deben tratar de hacerlo internar en una clínica de salud mental.

Lo más peligroso es utilizar influencias o negar los hechos que son evidentes. Ese muchacho no está normal, ignoro los motivos, pero lo cierto y real es que debe ser tratado y puesto en las manos que correspondan; ignorarlo puede ser grave y dejar las cosas como están nos coloca en un alto riesgo - decía el último párrafo.

Los hechos

“Silvia Alejandra Chávez, la joven de 26 años que fue quemada viva junto con su madre, Estela, había advertido a los padres de su ex novio que las iba a matar.

"Este muchacho no está normal. Me va a matar y hará lo mismo con toda mi familia", les había anticipado.

Eso ocurrió el 6 de enero de 2004, seis meses antes del asesinato de las dos mujeres. Según la Justicia, Carlos Federico Guardo (27 años) habría volcado un bidón de 10 litros de nafta por debajo de la puerta de la casa de Estela y Silvia Chávez el 28 de julio de 2004 y habría prendido fuego. Las mujeres murieron debido a las heridas que sufrieron en el incendio.

Ahora, el procurador René Gómez, amigo del padre y del abuelo de las víctimas, aportó una carta documento dirigida a los padres del acusado, en la que Silvia Chávez les había advertido el 6 de enero de 2004 sobre "el hostigamiento permanente que estoy siendo víctima por parte de vuestro hijo".

Guardo fue detenido en Brasil el viernes, tras estar prófugo más de 8 meses. La Justicia lo acusa de ser el asesino de las mujeres. Guardo había mantenido un noviazgo de varios años con Silvia, pero la mujer se había negado a seguir con la relación.

Las sospechas del doble crimen apuntan a Guardo, hijo de un reconocido abogado del foro local, que cumple funciones en Fiscalía de Estado. Testimonios de vecinos y de Silvia —poco antes de morir— darían cuenta de la participación del joven en el caso, según fuentes judiciales.

Según Gómez, Guardo "cumplió con todo. Es decir, mató a una familia". Agregó que él le aconsejó a Silvia que se fuera de la provincia, pero la chica no tenía plata para hacerlo.

La mujer advertía en la carta documento que los padres conocían la situación y pedía que se tomaran "medidas en salvaguarda de la vida de todos".

Un año y medio antes de que sucediera el doble crimen, madre e hija fueron a visitar a Gómez para pedirle ayuda. "La chica me contó de esa relación enfermiza. El muchacho rondaba la casa todos los días en su auto y, por lo menos dos veces por semana, bajaba y la hostigaba".

Carlos Guardo fue detenido el viernes en Río Grande do Sul, Brasil. Se lo detectó en un control de tránsito. Estuvo detenido dos días y ahora le concedieron la excarcelación, bajo libertad vigilada. Sigue el proceso para su extradición”
(Julio Rodríguez. SANTIAGO DEL ESTERO. ESPECIAL. Clarín, Miércoles 18.5.05)

Hasta aquí, esto no es sino una tragedia en una relación de pareja, ocurrida en el vecino país, y contada por el diario Clarín de Buenos Aires. También esto parece una consecuencia de lo que, siguiendo a Pierre Bourdieu, es posible en una operación de dominación como la que se da en muchas de las parejas.

¿Sorprende o aterroriza, la forma en que fueron asesinadas estas mujeres?

Luis Pérez Aguirre, sacerdote católico y luchador por Paz y Justicia, comienza su libro “La condición Femenina”, con estas preguntas:¿Cómo vivían nuestras antecesoras en los albores de la humanidad? ¿Cómo era su relación con los varones? ¿Cómo se inicia el patriarcado? Según los antropólogos el patriarcado tiene 5.000 años de historia y ha marcado pautas y conductas de lo que es ser hombre y ser mujer y que se espera de ellos. La socialización de género consolidó el predominio de lo masculino sobre lo femenino y así se recogió y se trasmitió por la religión, la costumbre y la ley. Existe desigualdad de poder entre ambos sexos reforzando obediencia y sumisión en la mujer.

Sé que esto también ocurre en Brasil, Maristela Costa Leivas gentilmente me hizo llegar algunas cifras:

    “Violência contra a mulher: Projeta-se no mínimo 2,1 milhões de mulheres espancadas por ano, 1 a cada 15 segundos (FUNDAÇÃO PERSEU ABRAMO)
    43% das mulheres admitem terem sofrido alguma forma de violência por parte de algum homem. (FUNDAÇÃO PERSEU ABRAMO)
    No abuso sexual, as meninas são 76% das vítimas e 36% delas tem menos de 11 anos (RELATÓRIO ABRAPIA, 2003)
    O Ministério da Justiça registra cerca de 50 mil casos de violência sexual contra crianças e adolescentes por ano. (UNESCO, 2004)
    1/3 das internações em unidades de emergência são conseqüência da violência doméstica e apenas 1 em cada 10 mulheres que procuram atendimento médico é oficialmente reconhecida pelo/as profissionais de saúde como uma mulher espancada. (Santos, 2001)”

También Virginia Carmona me informa sobre los actos agresivos denunciados en este Hospital,

Ahora bien, preguntémonos ¿Porqué se busca en un lugar equivocado, como en el caso de Silvia?, ¿Porqué dirigirse sólo a la familia del novio que presta oídos sordos al pedido y al procurador Gómez, buen testigo post mortem?; además,  y finalmente, ¿porqué tampoco se fueron de la Provincia, si sus vidas corrían peligro, acaso porque “no tenía plata para hacerlo”?

Ahora generalizando, ¿Qué es lo que declaran las mujeres violentadas ante la policía y en los juzgados?, que permanecen con ellos porque “lo quiero”, porque “no tengo medios económicos para irme”, “por mis hijos”, “o porque pensaba que lo iba a cambiar”.

Si vamos más allá de lo social, nos encontramos con la estructura del sujeto, y entonces lo primero que tenemos para decir es que esta “violencia masculina”, es también una “violencia de la mujer”.  Si nos abocamos sólo a este tipo de acto agresivo, podemos aseverar que la “Violencia de la mujer” se ejerce también contra sí misma. Y que lo hace utilizando “el arma adecuada” en estos “hombres explosivos”, por lo que su propia violencia les aparece como viniendo desde el campo del Otro.

Y es por la disociación entre lo que se reconoce como propio y como ajeno, que no puede integrarla como “su violencia contra sí misma”. Esta aparición desde el Campo del Otro, funciona como con las “voces alucinadas”, con “la persecución paranoica”, como con la imagen del otro en el amor y en el odio, donde no se reconoce la mirada que desde el sujeto la crea.

                 
Vean Uds. a través de los círculos de Euler tal como se los presento, que no hay en relación al Otro, lo que haga su falta, como tampoco la hay en lo que respecta al sujeto.

Por ello es que lo que le viene desde el Otro en vez de “su propio mensaje en forma invertida”, es “su violencia en forma invertida”, siendo en muchos casos, el Otro idéntico a lo que el sujeto necesita para obtener un goce no limitado por la castración.

¿Qué es lo que tenemos que buscar?, aquello que desde lo social no se puede abordar pues permanece encubierto, que si las tomamos de a una, y analizamos las circunstancias, cada una de estas mujeres sostienen un goce masoquista y sacrificial, lo que las lleva a seguir poniendo el cuerpo ante la agresividad del otro. A no retirarse, aún cuando la suya, sea la “crónica de una muerte anunciada”.

¿Qué es lo que no funciona allí?

La pobreza simbólica

¿Es la policía que no reprime lo suficiente a estos hombre criminales?, ¿son los jueces que no actúan con la celeridad y la rudeza legal necesaria?, ¿son las instituciones sociales que no las amparan y defienden lo suficiente?

Aún aceptando que algo de cada instancia social actúe deficitariamente, lo que no está funcionando es lo llamamos “la pobreza simbólica”, al referirse a aquello de lo paterno que no se puso en juego cuando era necesario.

Aquello que tenía que balizar el goce masoquista, limitarlo, y no lo hizo, y que la mujer ni siquiera lo reconoce como tal.

Si Uds. quieren aquí está el gozne, entre lo social y la estructura del sujeto, entre lo que aparece y lo que se encubre, entre lo que tenemos que decir en tanto que analistas, y lo que escuchamos desde nuestra sociedad.    

Es la sociedad misma en su arquitectura que se ordena en torno a un goce masoquista que insiste y al cual diferentes instancias no pueden limitar, pues el límite no está en la propia estructura.

Porque, ¿cómo se limita desde lo superestructural aquello que no se interdicta desde lo paterno en la estructura?

El camino de movimiento de estas mujeres hacia ocupar otras posiciones tiene que provenir desde el trabajo analítico con su fantasma, transcurriendo las secuencias donde están prisioneras de ese goce a otras formas de inscripción y de placer. Y siendo la mayoría de ellas de baja condición socio-económica debería contarse con instituciones que atiendan integralmente su situación.

Si esto no sucede así, muchas veces vemos que estas mujeres, pueden tener un corrimiento circunstancial y suplente, cuando en ancas de otra relación de pareja, o de una relación transferencial fuerte, el otro les propone un objeto diferente. Y en ello se mantienen mientras dura este anudamiento amoroso.

Mientras que las mujeres que aún se hacen golpear, personifican al otro de su pareja, a ese semejante, como un gran Otro no castrado, alguien que puede disponer de vida y muerte sobre ellas. Esto no se trata de otra cosa que de la locura sacrificial por la que una mujer se identifica con un objeto caído, con tal de mantener al Otro enhiesto, de no ponerlo en falta. Ya sea con su límite, con una denuncia o con su juzgamiento.
Dado que lo ubica como un Amo que está más allá de la ley, ni más ni menos como en una relación primaria donde no hay lugar para lo paterno y donde predomina el odio como forma de enlace.    

Podemos aseverar que la “Violencia de la mujer” se ejerce también contra sí misma, al identificarse con el objeto descalificado. Y lo hace utilizando “el arma adecuada” en estos “hombres explosivos”, “locos”, “dominantes” por lo que su propia violencia les aparece como viniendo desde el campo del Otro.

Las cosas están cambiando, y paradójicamente, la agudización de la violencia en la familia, no deja de ser un síntoma de ello. Pues ahora no sólo se denuncia, sino que se multiplica.


La palabra plena

Tomemos inicialmente, porque nos sirve, lo de “palabra plena y palabra vacía” que Lacan nos enseñó desde el segundo seminario que realizó, el de “Los escritos técnicos de Freud”. Allí donde la palabra plena en contraposición con la vacía hace surgir algo de la verdad del sujeto, donde aparece lo determinante del inconsciente, por ello justamente, es lo que convierte una sesión en un acto analítico.

Palabra plena, o el efecto de la verdad sobre el sujeto, no es otra cosa, que el nombramiento del goce en que uno se encuentra, bajo una forma discursiva, allí donde va a aparecer la falta del sujeto.

Palabra plena, ahí donde su aparición, comienza a pivotear, el goce y el deseo. A partir de allí la metáfora paterna,  así alguna de las castraciones es posible.

Poder nombrar el goce prevaleciente en ese momento en la pareja, para poder salirse de ese encierro, es fundamental, para que cada uno encuentre un vacío que le permita pensar. Es necesario nombrar el punto de alienación en el otro y así crear la falta.

Y en la relación entre dos personas, sea el tipo de pareja que sea, es posible que haya una palabra que balice y opere sobre el goce del otro, cuando no, sobre el de uno. Entonces después de este giro, digamos que una palabra es plena, cuando alcanza la posibilidad que como metáfora, sea un cambia-vía del goce.

El tercer lugar en una pareja, cuando lo hay, es entonces el lugar de la metáfora, que va a posibilitar la falta.
 
Porque no hay en juego en una relación de pareja sólo lo real, sólo lo imaginario y desde allí, privilegiadamente el engaño.

También está el efecto de lo simbólico, cuando aporta algo de la verdad en juego para los partenaires, cuando aún en la suspensión de la imposibilidad, pone en juego la diferencia.

Si la relación de pareja la leemos desde cada uno de las tres instancias psíquicas podemos decir que es válido el “no hay relación sexual” por lo que no cesa de no escribirse en lo Real, tenemos que sostener aún, lo del engaño amoroso por la preeminencia de lo Imaginario, pero también destacar, que la palabra en tanto que metáfora pone como Nombre-del-Padre un límite al goce, posibilitando el lugar de una falta allí donde puede aparecer el deseo.

Una palabra que haga falta, de ahí las diferencias.

Muchas veces surge la violencia en la pareja, allí donde alguien ve en el otro el obstáculo a su goce, o justamente el objeto de su goce sádico. Si no opera la palabra plena y la pareja no se separa, con la violencia y la indiferenciación de la alienación, también puede ocurrir la aparición de los terceros reales, sustitutos y portadores de la ley que denuncian esta situación.

Justamente ahí donde se interrumpe el sueño o la filosofía de Sade, aquella de un sujeto tiene el:

“derecho a gozar de tu cuerpo, puede decirme quienquiera, y ese derecho lo ejerceré sin que ningún límite me detenga en el capricho de las exacciones que me venga en gana saciar en él”  (Lacan, “Kant con Sade”, Escritos 2, Pág. 340,  Siglo Veintiuno Editores, 1976)

    Porque Sade funda sus principios en los derechos del hombre, porque

 “ningún hombre puede ser de otro hombre la propiedad, ni de ninguna manera el patrimonio, por lo que no podría hacer de ello pretexto para suspender el derecho de tos a gozar de él cada uno a su capricho”. (íd. Pág. 342)

La sociedad en estos casos puede hacer de tercero, a través de un representante.

Tenemos que la Ley en juego en una pareja, es aquella que prohíbe el goce, posibilitando la falta y el deseo. Y que desde antes, estableció que los lugares en una pareja son tres, y que la cultura hace tercería a través de algún personero.

Para ello hay que descompletar a la pareja. Y esto no es otra cosa que una indicación clínica.

Quiero hacer una precisión, que también hace una diferencia con lo que plantea Lacan.

En ese sentido el hombre, me refiero al varón, sólo puede ser el “representante de la ley”, en tanto que padre, y si hace de tercería entre la madre y el hijo. Y en esto está fuertemente presente, su posición de ex–sistente a la dupla madre-hijo, la transmisión de lo paterno, y que reclame a esa mujer – la madre – para sí.

No es por tanto, “el representante de la ley” en otras ocasiones, ni por ser hombre, ni por ser padre. Más aún, si es un representante, es como plantea Bourdieu, un representante del orden dominante, el que trata de seguir manteniendo un lugar tan privilegiado como amenazante.

Sabemos que los hombres no se dan cuenta cuando violentan o le pegan a una mujer o a un hijo, queriéndoles imponer su ley, como si hicieran valer aquella máxima del derecho romano “dura lex, sed lex”, que en el mismo acto se está mostrando su cobardía y su impotencia ante las insignias fálicas.

La búsqueda de Silvia, de que una tercería denunciara y pusiera en falta el goce del novio fracasó. La ineficacia de la palabra y la ausencia de la falta, producen un saber completo, un discurso totalmente a merced del goce.

En el caso de Silvia, como en el de todas aquellas personas, que no pueden con su palabra detener el goce del otro hacia sí, la intervención del tercero legal, es necesaria. Alguien que le diga al novio que no puede hacer lo que quiere con Silvia, que no la puede matar si ella no quiere volver con él. Y el tercero a elegir, siempre es aquel que realmente pueda frenar el pasaje al acto.

Finalizo diciendo que si podemos intervenir con la palabra, hay que descompletar a la pareja, si la palabra no puede tener eficacia, es necesaria la intervención del tercero, y la elección de que tercero tiene que actuar va a ser decisiva.
    
La situación social de la que hablamos al comienzo,  puso en evidencia cómo el sujeto de la legalidad y la legitimidad quedaban puestos en jaque.

Las demandas a las instituciones públicas se agudizaron en complejidad y magnitud.

Se está poniendo en práctica en el Río de la Plata una propuesta asistencial que implica una intersección entre el Psicoanálisis aplicado a la terapéutica y los dispositivos de tratamiento acordes al estado de situación.

Donde el dispositivo de atención apunta sobre todo a asistir los casos denominados de "alto impacto", tanto para el paciente como para el profesional y la institución.

Podemos describir la metodología que se aplica como una doble operación:

1) Operación de segmentación, ya que en cada caso o cada situación se evalúa qué incumbencias profesionales son necesarias para la atención.

2) Operación de articulación, se refiere a la práctica de la interconsulta y la interdisciplina de acuerdo a las necesidades de cada caso.

Es una modalidad asistencial que se orienta a la resolución o la salida del momento agudo de la demanda, y al mismo tiempo considera el tratamiento luego de la crisis.

En cada situación hay que orientarse por las causas del sufrimiento y sus efectos, para luego decidir los tratamientos necesarios en los cuales consideramos tres funciones posibles.

1) La función analítica para atender la subjetividad afectada.

2) La función jurídica para atender al ciudadano afectado.

3) La función mediadora para la atención del punto de conflicto en el vínculo con otros.

Vaya entonces esta propuesta, que intenta resolver una problemática que es compleja y cuyo abordaje debe ser multidisciplinario.


    Hospital Cristo Redentor
Porto Alegre, 19 de octubre de 2006

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